1. Bautismo
El Bautismo es el primer sacramento de iniciación cristiana. A través del Bautismo, somos liberados del pecado, especialmente del pecado original, y renacemos como hijos de Dios. También nos hace miembros de la Iglesia. Jesús instruyó a sus discípulos a bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28:19). En el libro de Hechos, Pedro predica que debemos ser bautizados para recibir el perdón de los pecados y afirma que la promesa es para todos, incluidos los hijos (Hech 2:38-39). El Bautismo se compara con un renacimiento espiritual, como dice Jesús en Juan 3:5: "Quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios". Pablo también enseña que, a través del Bautismo, nos unimos a la muerte y resurrección de Cristo, lo que nos permite vivir una nueva vida (Rom 6:3-4; Gal 3:27). La práctica de bautizar familias enteras también aparece en Hechos (Hech 16:15; Hech 16:33) y en 1 Corintios (1 Cor 1:16).
2. Eucaristía
La Eucaristía es el sacramento en el que el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fue instituido por Jesús en la Última Cena, cuando dijo: "Esto es mi cuerpo... Esto es mi sangre... hagan esto en memoria mía" (Lc 22:19-20; Mt 26:26-28). En Juan 6:51, Jesús afirma: "Yo soy el pan vivo que bajó del cielo; quien coma de este pan vivirá para siempre". La Eucaristía es central en la vida cristiana, pues nos une directamente con Cristo. Pablo reafirma esta institución en 1 Corintios 11:23-26, recordándonos continuar celebrando la Eucaristía hasta el retorno de Cristo.
3. Confirmación
La Confirmación es el sacramento que fortalece el Bautismo, otorgando el Espíritu Santo. En el libro de Hechos, los apóstoles imponen las manos sobre los bautizados para que reciban el Espíritu Santo (Hech 8:14-17; Hech 19:5-6). En Juan 20:22, Jesús da el Espíritu a los apóstoles después de la resurrección, mostrando que este don es esencial para la misión cristiana. El autor de Hebreos (Heb 6:2) menciona la imposición de manos como uno de los principios fundamentales de la fe.
4. Penitencia (Confesión)
El sacramento de la Penitencia nos ofrece el perdón de los pecados. Después de la resurrección, Jesús dio a los apóstoles el poder de perdonar o retener los pecados: "A quienes perdonen los pecados, les serán perdonados" (Jn 20:22-23). Este poder continúa en la Iglesia a través de los sacerdotes, que escuchan las confesiones. La Epístola de Santiago (Stg 5:16) también exhorta a los cristianos a confesar sus pecados unos a otros, mostrando la importancia de la reconciliación.
5. Unción de los Enfermos
La Unción de los Enfermos es el sacramento de la curación espiritual y física para quienes están gravemente enfermos. La carta de Santiago instruye que si alguien está enfermo, debe llamar a los ancianos para orar y ungirlo con aceite en el nombre del Señor, pues "la oración de fe salvará al enfermo" (Stg 5:14-15). Este sacramento es una manera de pedir a Dios por la curación y también por la fortaleza espiritual para soportar el sufrimiento.
6. Orden Sagrada
El sacramento de la Orden Sagrada confiere el ministerio de servicio en la Iglesia: diáconos, sacerdotes y obispos. Pablo instruye a Timoteo a no descuidar el don que le fue dado por la imposición de manos (1 Tim 4:14; 2 Tim 1:6), y en Hechos, vemos a los apóstoles imponiendo las manos sobre los diáconos, estableciéndolos para el servicio (Hech 6:6). La carta a los Hebreos nos recuerda que nadie puede asumir este oficio, a menos que sea llamado por Dios (Heb 5:4). La misión dada por Jesús de bautizar y enseñar en Su nombre (Mt 28:19-20) también es parte de la vocación de los ministros ordenados.
7. Matrimonio
El Matrimonio es el sacramento que une al hombre y a la mujer en una alianza de amor, reflejando la unión entre Cristo y la Iglesia. El fundamento bíblico del matrimonio está en Génesis, cuando Dios une a Adán y Eva y afirma que "los dos serán una sola carne" (Gén 2:24). Jesús reafirma esta unión indisoluble en Mateo 19:4-6, diciendo que el hombre y la mujer, unidos por Dios, no deben separarse. Pablo compara esta unión con el amor de Cristo por la Iglesia (Ef 5:31-32).
Bautismo
El Bautismo nos libera del pecado original y nos hace renacer como hijos de Dios, marcando nuestra entrada en la Iglesia y en la vida cristiana. Como dijo Jesús: “Quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3:5). Sin embargo, la Iglesia reconoce excepciones, como el “bautismo de deseo”, vivido por el buen ladrón en la cruz, quien fue salvado por su fe y arrepentimiento sincero.
Eucaristía
En la Eucaristía, el pan y el vino se convierten verdaderamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, fortaleciendo nuestra unión con Él. Jesús dijo: “Quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (Jn 6:56). Este sacramento es el centro de nuestra fe, donde recibimos al propio Jesús, quien nos alimenta y fortalece para vivir en comunión con Dios y con los hermanos.
Confirmación
La Confirmación profundiza la gracia del Bautismo, otorgándonos el Espíritu Santo para fortalecer nuestra fe, guiar nuestras decisiones y hacernos verdaderos testigos de Cristo. Nos capacita para vivir el compromiso cristiano con valentía y fidelidad, especialmente en los desafíos y en el servicio al prójimo.
Penitencia (Confesión)
La Penitencia nos ofrece perdón y reconciliación con Dios a través de la confesión de nuestros pecados. Incluso después del Bautismo, que nos libera del pecado original, aún podemos pecar; por ello, Cristo nos dio la Confesión, como está escrito: “A quienes perdonen los pecados, les serán perdonados” (Jn 20:23). Este sacramento nos permite renovar nuestra amistad con Dios.
Unción de los Enfermos
La Unción de los Enfermos ofrece curación espiritual y consuelo, fortaleciendo a los enfermos con la gracia de Dios en momentos de sufrimiento. Es ideal para personas en estado grave, antes de cirugías arriesgadas o para ancianos que enfrentan fragilidad. Este sacramento trae paz, valor y prepara el alma para cualquier desenlace, confiando en el amor de Cristo.
Orden Sagrada
El Sacramento de la Orden consagra diáconos, sacerdotes y obispos para el servicio a la Iglesia, dándoles la gracia y autoridad para continuar la misión de Cristo. Como dijo Jesús a los apóstoles: “Como el Padre me envió, así los envío yo a ustedes” (Jn 20:21). Este sacramento fortalece a aquellos que sirven al pueblo de Dios, guiando y edificando a la comunidad en la fe y en los sacramentos.
Matrimonio
El Matrimonio une al hombre y a la mujer en una alianza sagrada de amor y fidelidad, reflejando la unión entre Cristo y la Iglesia. Como dice San Pablo: “Maridos, amen a sus esposas, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella” (Ef 5:25). Este sacramento fortalece a la pareja en la vivencia del amor verdadero, ayudándoles a construir una familia fundamentada en la fe y en comunión con Dios.
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CIC 1210 - 1419
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1. Bautismo: Hech 2:38-39; Hech 16:15; Hech 16:33; 1 Cor 1:16; Gén 17:12; Mt 28:19; Jn 3:5; Rom 6:3-4; Gal 3:27; 1 Pe 3:21
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2. Eucaristía: Lc 22:19-20; Jn 6:51; Mt 26:26-28; 1 Cor 11:23-26
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3. Confirmación: Hech 8:14-17; Hech 19:5-6; Jn 20:22; Heb 6:2
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4. Penitencia: Jn 20:22-23; Stg 5:16
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5. Unción de los Enfermos: Stg 5:14-15
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6. Orden Sagrada: 1 Tim 4:14; 2 Tim 1:6; Hech 6:6; Heb 5:4; Mt 28:19-20
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7. Matrimonio: Gén 2:24; Ef 5:31-32; Mt 19:4-6
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