1 Los católicos celebran la Eucaristía porque es el corazón de la vida cristiana y el mayor de los sacramentos, según enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 1324). En la Eucaristía, celebramos el sacrificio de Cristo en la cruz, perpetuándolo de forma incruenta bajo las especies de pan y vino, que se convierten verdaderamente en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.
Jesucristo instituyó la Eucaristía en la Última Cena, como se relata en Lucas 22,19: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes; hagan esto en memoria mía." Aquí, Cristo ordena a sus discípulos repetir este acto, perpetuando su presencia entre nosotros. No dijo que era solo un símbolo, sino verdaderamente su Cuerpo y su Sangre. Esto también se reitera en Mateo 26,26-28, donde Jesús claramente afirma: "Esto es mi cuerpo... esto es mi sangre."
Además, en Juan 6,51, Jesús proclama: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo." Esta promesa de vida eterna se cumple en la Eucaristía, donde los fieles participan de su sacrificio y se unen a Cristo de manera íntima. El Catecismo afirma que la Eucaristía "contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, el mismo Cristo" (CIC 1324). Por lo tanto, al comulgar, los fieles reciben al mismo Cristo, que los une a su Cuerpo místico, la Iglesia.
San Pablo también refuerza la importancia de la Eucaristía en 1 Corintios 10,16, donde habla de la comunión del Cuerpo y la Sangre de Cristo: "El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es una comunión con la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es una comunión con el cuerpo de Cristo?" La Eucaristía, por tanto, es una participación en el sacrificio de Cristo, realizada en todas las Misas, actualizando su entrega por nosotros en la cruz.
La Eucaristía no es solo un memorial simbólico, sino la perpetuación del sacrificio de Cristo. Como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 1366), es "el memorial de la Pascua de Cristo", donde el mismo sacrificio ofrecido de una vez por todas en la cruz se hace presente de manera incruenta.
Por lo tanto, los católicos celebran la Eucaristía porque Cristo pidió: "Hagan esto en memoria mía", y porque, a través de ella, participamos de su sacrificio redentor y somos nutridos por el mismo Cristo. Es la fuente y la cumbre de la vida cristiana, renovándonos espiritualmente y uniéndonos a la vida eterna.
