Respuestas cortas:
1 Así como los apóstoles recibieron el Espíritu en Pentecostés, la confirmación nos fortalece para la misión.
2 En la confirmación, renovamos los compromisos bautismales, asumiendo la madurez en la fe
Respuesta avanzada:
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El sacramento de la Confirmación, también conocido como Crisma, tiene fuertes bases en las Sagradas Escrituras. Es el sacramento por el cual un fiel bautizado recibe el don del Espíritu Santo de forma más completa. Esto completa la gracia del bautismo y lo capacita para ser un testigo activo de Cristo.



Varias pasajes en el Nuevo Testamento ilustran esta verdad. Jesús dijo a sus seguidores que enviaría el Espíritu Santo para fortalecerlos. “Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”, dice Jesús en Hechos 1,8. Este versículo muestra claramente que el Espíritu Santo es la fuerza espiritual que permite que los cristianos vivan y proclamen la fe.



Un ejemplo claro de esta promesa cumplida ocurre en Pentecostés. Conforme relata Hechos de los Apóstoles: “Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu Santo les concedía que hablaran” (Hech 2,4). En este momento, los apóstoles, antes tímidos y temerosos, reciben el poder del Espíritu Santo y comienzan a predicar con valentía y eficacia, prefigurando lo que sucede en el sacramento de la Confirmación.



Otro pasaje significativo que respalda el sacramento de la Confirmación se encuentra en Hechos 8,14-17. Tras oír que los samaritanos habían aceptado la Palabra de Dios, Pedro y Juan son enviados para imponer las manos sobre ellos, para que reciban el Espíritu Santo. El texto nos enseña: “Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo” (Hech 8,17). Aquí podemos observar que, incluso después de haber sido bautizados, era necesaria la imposición de manos para que recibieran el Espíritu Santo, mostrando la distinción entre bautismo y confirmación, como la Iglesia mantiene hasta hoy.



Además, la carta a los Hebreos menciona la “imposición de manos” como una parte fundamental de la vida cristiana: “Por eso, dejemos de lado los primeros rudimentos de la doctrina de Cristo y avancemos a la perfección, sin volver a poner los fundamentos del arrepentimiento de las obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de los bautismos, de la imposición de manos...” (Heb 6,1-2). Este gesto sagrado, que transmite el Espíritu Santo, se practica hasta hoy en la Confirmación, continuando la tradición apostólica.

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¿Qué es la Confirmación?

¿Qué es la Confirmación?

La Confirmación, o Crisma, es el sacramento que fortalece el don del Espíritu Santo recibido en el Bautismo, capacitando al fiel para ser un testigo activo de Cristo y vivir plenamente la fe.

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Bases Bíblicas de la Confirmación

Bases Bíblicas de la Confirmación

En Hechos 1,8, Jesús promete el Espíritu Santo para fortalecer a sus seguidores, lo cual se cumple en Pentecostés (Hech 2,4). Así como los apóstoles fueron fortalecidos, el sacramento de la Confirmación nos concede el mismo poder para vivir y proclamar la fe.

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La Imposición de Manos: Tradición Apostólica

La Imposición de Manos: Tradición Apostólica

En Hechos 8,17 y Hebreos 6,1-2, la imposición de manos se presenta como un gesto esencial que transmite el Espíritu Santo. Esta práctica, continuada en la Confirmación, une a los fieles con la tradición apostólica y la vida cristiana plena.

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Referencias
  • At 2,4

  • CIC 1288

  • Hb 6,1-2

  • CIC 1297 - 1321

  • El Espíritu Santo da fuerza para testimoniar: Hechos 1,8; Lucas 24,49

  • La venida del Espíritu Santo en Pentecostés: Hechos 2,1-4

  • Imposición de manos para recibir el Espíritu Santo: Hechos 8,14-17; Hechos 19,5-6

  • Sello del Espíritu Santo: Efesios 1,13; Efesios 4,30

  • Dones del Espíritu Santo: Isaías 11,2; 1 Corintios 12,4-11

  • Fortalecimiento con el Espíritu Santo: 2 Timoteo 1,6-7

  • Imposición de manos como doctrina fundamental: Hebreos 6,1-2

  • La promesa del Espíritu Santo: Juan 14,16-17; Juan 16,7

  • El Espíritu Santo: Juan 14,26; Juan 15,26

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