El Salmo 90 habla sobre la confianza en el poder y la protección divina. Este salmo, también llamado "Salmo de la Confianza" o "Salmo de la Protección", reflexiona sobre la brevedad y la fragilidad de la vida humana. Comienza con el salmista proclamando la eternidad de Dios, aquel que siempre fue y siempre será. Dios es presentado como un refugio seguro para quienes confían en Él.
La vida humana se describe como un soplo y una sombra, pasajera y frágil. Ante esto, el salmista muestra la vulnerabilidad del ser humano frente al tiempo y la muerte. Sin embargo, la confianza en Dios ofrece un sentido de seguridad y salvación. Él estará presente en las dificultades y es la fuente de protección y honor para quienes lo invocan.
A lo largo del salmo, vemos un lenguaje poético y figurativo. Dios es comparado con un escudo; quien confía en Él no teme. "No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día" (Sal 90,5), es una expresión usada para ilustrar la protección divina en todas las circunstancias. Dios guarda y protege a sus hijos en medio de peligros físicos y espirituales. Él envía a sus ángeles para protegernos y guiarnos, como se menciona en "guardándonos en todos los caminos" (Sal 90,11).
Al final del salmo, Dios promete liberación, protección y asistencia en tiempos de aflicción para quienes lo aman. Esto refleja la fidelidad y el amor del Señor por sus hijos. El mensaje central es que la fe en Dios sirve como un refugio inquebrantable. En medio de las dificultades, el fiel es llamado a confiar en la protección divina, sabiendo que el Señor camina a su lado.
El Salmo 90 enseña que buscar la presencia de Dios trae seguridad y paz. Nos invita a refugiarnos bajo las "alas" del Altísimo y a confiar en el Señor como nuestra fortaleza y refugio. Este mensaje de fe y protección divina inspira plena confianza en Dios, recordándonos que, incluso en las tribulaciones, el Señor ofrece cuidado y seguridad.
